Libertad caminaba por la orilla del lago, ligera y rápida. Poder se acercó, con su andar lleno de fuerza, tan convencido…
LIBERTAD: Estoy asustada. El vecino de la casa de al lado se cuela a veces en en casa… entra sin preguntar.
PODER: ¿Quién?
LIBERTAD: Miedo, se llama. Dicen que vive aquí desde que se puso la primera piedra de este lugar. Y que cuando menos te lo esperas, entra en casa y se lo lleva todo.
PODER: A mi me desaparecen cosas… quizás es él…
LIBERTAD: ¡Se me ha ocurrido una idea! Estemos juntos. Avisémonos… y cuando uno duerma, el otro vigila.
Desde ese día, en la aldea todos duermen tranquilos y ya no ha desaparecido nada más.