Hermanas y hermanos:
en este continuo post-momento de infra-verdades
no seré yo quien grite Justicia.
Al final va a ser el mundo el que acabe con nosotros
a falta de proponernos nosotros como un mundo mejor.
Es irreparable: las caracolas hace tiempo que no cantan
Es universal: no queda un ser humano sobre la faz de la tierra.
Es irreversible: los extraterrestres se han ido y nos han dejado solos.
¡Nos dieron una oportunidad, hermanos y hermanas, nos sacaron del mono!
¿Cómo culparles?
Ahora somos 7.000 millones de mamíferos
repitiendo temores futuros y errores pasados.
Repitiendo futuros peores y horribles pasados
Repitiendo
el legado de nuestros padres.
la herencia de nuestros abuelos.
Apuntalar sus pilares con nuestras dudas y el ácido en la lengua y en los párpados.
Hombres tan poderosos
escondidos en trajes chaqueta.
Mujeres diosas de vida
Suplicando que alguien las valore.
Ancianos tan sabios
Repitiendo sus dramas de siempre.
Criaturas tan vivas
Que hay que medicarlas para que no nos renazcan a todos.
Hermanas y hermanos,
Nadie es imprescindible y todas somos necesarias.
Sin nosotras, ¿en quién creería Dios?
¿Cómo pedirles a ellos, a los de arriba, que amen?
Como pediros a vosotros amaros,
cuando entiendo yo tan poco este verbo y la aspereza de mis manos?
¿Cómo exigir paz en el mundo, vendiendo humo de bala,
calentando acero en mi propio hogar?
Las arrugas del tiempo nos recorren a todas.
Somos la piel del olvido.
Un olivo cumple su faena mejor que nosotras. Él hace lo que tiene que hacer.
Y aunque Lorca descansa en una cuneta, aun brota de él hierbabuena.
¿Cuándo, hermanas y hermanos, entenderemos lo que verdaderamente significa ser de la vida poeta?
Hace tiempo que miro y critico a la vez, por pura supervivencia,
No os enfadéis conmigo, no es personal.
Yo sé que estamos cavando la tumba entre todos.
Así que entre la salvación o vosotros,
Elijo quedarme conmigo.
Es más fácil palpar mi propia piel
que señalar todos nuestros defectos
Y … mi destino será el mismo.
Mis bolsillos están llenos de ilusiones
y de piedras
Muchas han caído y las que aún resisten, no soportan el choque con vosotros.
Solo de ello puedo hablaros.
Yo veo a Dios en todos lados.
Por lo demás,
no puedo ser moraleja de nada ni consejo de todos.
Me disculpareis que no os cuente nada nuevo,
porque sé que vosotros
sabeis perfectamente lo que estáis haciendo.
Perdonad que haya olvidado vuestros nombres:
Ahora me es más fácil reconoceros.